UNA PRESIDENTA SIN ESCRUPULOS (III)

Volvían de León todos con los zapatos bien puestos, pero Isabel Carrasco sabía perfectamente que no iba a ser bien aceptada su decisión sobre el candidato Amilivia. De cara a los íntimos, explicaba que no le había quedado otro remedio, que era una imposición de Madrid. Sacaba balones fuera. Los que le conocían, sabían que los hilos de Morano habían enmarañado todo el proceso, y ante el miedo a que Amilivia ocupara un puesto de Diputad0, prefería colocarlo a él para que perdiera las municipales (las encuestas y la progresión de pérdida de concejales así lo apuntaban). Morano pensaba que cuanto más libre tuviera el camino para sus generales, mejor que mejor. Isabel entró en una espiral de decisiones e indecisiones que acabaron con la excelente trayectoria de Javier Garcia Prieto. Su primera opción era acompañar a Mario de dos (para ser la presi de la Dipu). Hasta entonces Amilivia había sido uña y carne con Prieto, y éste ponía en el la mano en el fuego por él, pero se quemó. Prieto había defendido en los medios que Amilivia era el mejor candidato que el PP podía presentar, arropando a su amigo en sus postulaciones anticipadas a candidato. Tras el reparto de tarta, Amilivia salió defendiendo el número dos de Carrasco en su lista como una buena opción de cara a la presidencia de la Diputación. Prieto no cabía en su asombro al leer dichas declaraciones. Máxime cuando Amilivia le había jurado y perjurado que no iba a entrar al juego, que le iba a apoyar. Conocidos por todos este rifi rafe Amilivia salió días después intentando enmendar el error, cuando lo que quería era mantener las dos versiones porque no le interesaba tener más enemigos de los que ya tenía. Para entonces, Prieto ya estaba crucificado, todos mostraban su apoyo en medios y escenificaciones públicas, pero no sirvió de nada. Carrasco en una reunión de partido no habló de su número dos, pero sí por qué no podía seguir Prieto de presidente, razones banales basadas en cuestiones personales y nunca políticas. Llegó a la descalificación personal, y Prieto adoptó una actitud disciplinada y de aceptación total por su parte. Llegó el momento de explicar que Amilivia era el candidato. Aquel comité ejecutivo donde Isabel presentaba a Amilivia como el mejor, entre abrazos, guiños, y mucho jabón, era el primer comité al que asistía Amilivia, tras varios años sin aparecer. Mostró su supremacía. Apenas hubo aplausos, los asistentes salieron despavoridos de la sala, pues no sabían a qué habían ido y por fin abrieron los ojos ante una realidad incongruente:Mario volvía a ser candidato. Una vez logrado el objetivo, Isabel ve cómo el desánimo se apodera de todos los militantes del partido por su decisión, con lo que decide no ir en una lista perdedora, y tras elaborar con Amilivia la lista al ayuntamiento y cerciorarse de que Prieto no iba en ella, decide abandonar dicha lista y presentarse casi de forma anónima por su pueblo y acceder a la Diputación sin mancharse ni dependiendo de nadie. Sabía que Mario le iba a ceder el puesto nombrado desde el Ayuntamiento por su grupo político para ser vicepresidenta de la Caja a cambio de ir en la lista al Congreso. Otra baza que Isabel jugó a su favor, volviendo a defenestrar a su estimado amigo Mario.